El asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, fue la chispa que desencadenó el estallido de la Primera Guerra Mundial. A partir de ahí, las naciones europeas se aligeraron a tomar partido por uno u otro bando. Desde un primer momento, España declaró su neutralidad a pesar de las voces que desde distintos ámbitos defendían la intervención a favor de las potencias centrales o de los aliados.

Desde un primer momento, el Gobierno presidido por Eduardo Dato se apresuró a manifestar la neutralidad de España y el 7 de agosto de 1914 esta postura se hizo oficial. Pero La opinión pública española se dividió entonces entre los que preferían una victoria de los ejércitos aliados y los que se manifestaban a favor de las potencias centrales. Para los primeros, Inglaterra y Francia representaban los ideales democráticos y constitucionales, mientras que para los segundos, Alemania era un país fuerte y autoritario, ejemplo de orden y disciplina. También las personas más destacadas del ámbito político se apresuraron a declarar sus preferencias. Eduardo Dato mantuvo una postura prudentemente neutral, aunque el rey Alfonso XIII manifestó claramente sus simpatías por la causa aliada. Mientras que entre los que apoyaban las potencias centrales la figura más destacada fue la de Juan Vázquez de Mella.

Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la Legión Extranjera, cuerpo de soldados dentro del Ejército francés, estaba formada aproximadamente por unos 12.000 soldados. Entre sus filas había representadas más de cincuenta nacionalidades, incluyendo a un puñado de españoles.

Aún con todo el crecimiento que sufrió la economía española, a partir de 1917, entra en un periodo de crisis debido al agotamiento de la guerra, las exportaciones generaron escasez de alimentos que se produjo en el interior del país y se dispararon los precios muy por encima de los salarios. Todo esto fueron los causantes de la Crisis española de 1917 y de la posterior huelga general que se produjo. Además, la población tuvo que enfrentarse a la epidemia de gripe de 1918.
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A pesar de esta crisis en general el impacto fue positivo, debido al desarrollo de las industrias por ser España uno de los suministradores de materias de la Gran Guerra, que se tradujo en la modernizaron de estas. Otras industrias y empresas pasaron a ser de capital nacional.
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